martes, 4 de abril de 2017

Los visigodos. Leovigildo y Recaredo

Una vez entraron en la península alrededor del 410, los visigodos situaron la capital del reino en Toledo por su estratégica localización central. Estaban gobernados por reyes, siendo su monarquía electiva, lo que ocasionaba frecuentes disputas entre facciones nobiliarias. El primer monarca, Atanagildo, dirigía la administración, elaboraba las leyes y era juez supremo y jefe del ejército. Además contaba con apoyo del Aula Regia, consejo de nobles asesores.
La monarquía electiva era una forma de gobierno en la cual el monarca era elegido por votación a través de algún mecanismo de naturaleza variable. A diferencia de la democracia, los electores y los candidatos pertenecían a algún cuerpo restringido, por el cargo ocupado o la pertenencia a un estamento.
Sin embargo, con este sistema solamente llegaron tres personas al trono: Chintila, Wamba y Rodrigo.
el monarca estaba ungido por Dios y  a éste debía su llegitimidad aunque esto no persuadía los asesinatos ni las rebeliones ni usurpaciones al trono, frecuentes en el reino visigodo.
Con el rey Leovigildo, se inició una lenta integración de godos e hispanorromanos, después de la fuerte imposición sobre estos, siendo así el primer intento de crear un estado en la península. Para lograr el reconocimiento de su soberanía por parte de los hispanorromanos, sometió a cántabros y vascones;  anexionó el reino suevo y recuperó parte de los dominios bizantinos del sureste peninsular. Consiguió también dominar la rebelión nobiliaria del sur, partidaria de su hijo Hermenegildo, quien se había convertido al cristianismo frente al arrianismo oficial. Leovigildo, el unificador, acuñó un ideal nacionalista que identificaba al reino de los godos con Hispania.
Recaredo continuó la tarea que había emprendido su padre y que tenía como fin la unificación o, por lo menos, la paulatina fusión de las dos etnias hispanas: la indígena romanizada y la germánica invasora, menos romanizada y de distinta confesión religiosa, aunque también cristiana: el arrianismo.
Como su padre fracasó en la unificación religiosa en torno al arrianismo, Recaredo, después de convocar el Concilio en el 587, dio el paso decisivo bautizándose católico y proclamando el catolicismo religión del Estado en el III Concilio de Toledo.
En este momento, la unificación territorial, política y religiosa era un hecho.
Trascendencia histórica.
Esta forma de gobierno y el nacionalismo impulsados por Leovigildo se verán reflejados a partir de la Reconquista, la cual habría sido imposible de no ser por los cristianos que vindicaron la herencia goda, y todavía sigue vigente en la actualidad a pesar de las numerosas variaciones que ha sufrido.
Por otro lado, el cristianismo pervivirá en Hispania y será uno de los pilares más importantes en la sociedad y que más poder ha tenido sobre el pueblo.

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